Una reflexión sobre la reducción de la edad legal
¡Hola! Os voy a contar la historia de Mark (Marcos), un chico de 16 años que vive en la periferia de Teresina. Mark ha cometido un delito grave y según la ley debe que pasar por medidas educativas para arrepentirse, ser socializado y tener una segunda oportunidad. Sin embargo, un grupo de personas cree que debe ser juzgado y castigado como un adulto.
Su argumento es que estos menores, además de ser plenamente conscientes de sus actos, son reclutados por organizaciones criminales para que asuman la responsabilidad del delito, porque saben que la pena para los menores es más leve. Antes de juzgar, tienes que saber adonde Marcos ha crecido.
Él creció en una comunidad lejos del centro, adonde no había: colegio de calidad, zonas recreativas y adonde la policía representa el gobierno.
Marcos ha sido criado por su madre, una mujer soltera y sin educación. Ella vivió de las pequeñas limosnas para mantener a él y sus hermanos. Puede que él no lo supiera, pero las posibilidades de entrar en la delincuencia eran altas. No es que nació malo, pero fue condicionado por su entorno. En vez de reducir la edad penal, uno tiene que pensar en la desigualdad social que ha creado este ‘Marcos’.
También, hay que pensar en esas medidas educativas ineficaces que hacen que jóvenes sean reincidentes y en el fallido sistema penitenciario, que transformó las cárceles en verdaderas escuelas del crimen.
Como ciudadanos nosotros tenemos la responsabilidad de exigir que el estado cumpla con su rol y garantice nuestros derechos, si no habrá muchos como Marcos que terminaran haciendo parte de las estadísticas de jóvenes negros que mueren antes de cumplir los 25.
Un regalo para Comundos
Durante años, Comundos ha estado ayudando a comunidades remotas, escuelas y ONG de todo el mundo en la inclusión digital. Hacemos esto de una manera original mediante el uso de la alfabetización mediática. Trabajamos con 'multiplicadores' a quienes enseñamos a pensar críticamente y hacer un uso relevante de la tecnología de la comunicación.
¿Podríamos pedirles una contribución económica para continuar con este trabajo de ofrecer a las personas menos afortunadas oportunidades para contar su 'historia inspiradora'?
¡Gracias de antemano!
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