Durante los últimos seis años, las escuelas de mi región han estado a punto de cerrar debido a un conflicto que ha devastado esta región en particular.

El cierre de escuelas comenzó cuando el sindicato de profesores clausuró las escuelas para resolver las insatisfacciones profesionales en nuestro sector. La huelga de docentes gradualmente tomó un rumbo diferente cuando se involucraron elementos separatistas que pedían la independencia del antiguo Camerún Británico del Sur. Cuando la huelga se convirtió en un conflicto armado, los separatistas pidieron el cierre total de las escuelas.

Desde hace más de 6 años, miles de estudiantes no pueden acceder a la educación formal por temor a ataques de separatistas armados que insisten en este cierre total. Las constantes amenazas a nuestras vidas y acciones como secuestros, decapitaciones e incendios provocados en las escuelas son algunas de las razones por las que los niños temen ir a estudiar.

Pocas escuelas funcionan en mi región, principalmente en las zonas urbanas, donde los estudiantes van la mayor parte del tiempo sin uniforme por temor a ser identificados como personas que desafían las instrucciones de quienes convocaron estos bloqueos. Sólo alrededor del 10 % de las escuelas están operando en mi región.

La consecuencia es que toda una generación de niños no puede acceder a la educación formal. A esto se suman las elevadas tasas de delincuencia y otros males sociales. Muchos jóvenes se han visto obligados a cometer fraudes en Internet, mientras que las niñas se dedican a la prostitución para ganarse la vida.

Los docentes temen ir a las aulas a enseñar por temor a ser considerados traidores. Los niños, por ociosidad, acabaron uniéndose al conflicto para portar armas como niños soldados.

La situación requiere ayuda y atención urgentes.