El discurso del diputado Jovial Setina Marengue: “Hay dolor u discordia en las familias de la provincia de Inhambane, mi circunscripción electoral. Hemos seguido los informes sobre las graves violaciones de los derechos de las mujeres mayores. Por ejemplo, Rosalina Niquissi Mazive, de 79 años, fue asesinada por su sobrino, que la acusó de brujería en el distrito de Funhalouro. En el distrito de Zavala, una viuda de 60 años, Cacilda Américo Chimiane, fue casi asesinada por su cuñado, quien la acusó de brujería.”

¿Qué haríamos si no ayudamos o no nos ocupamos de nuestras abuelas? Sabiendo que, sin ellas, nuestros valores culturales y comunitarios se perderían.

Esto es muy triste para nuestra comunidad y es asociado a la pobreza, una falta de educación y a la desinformación. La historia de Fatima Foliche me ha emocionado. Fue excluida de la vida familiar tras perder a su marido en la guerra.

Ya no era útil para la familia. Era demasiado vieja y no podía encontrar un marido. Vivía en circunstancias precarias y tenía que mantenerse cortando leña, buscando agua, así como produciendo cosas ella misma. Se convirtió en una reclusa. En 2020 ingresó en la residencia de ancianos Missão São Jão de Deus de Homoíno (MSJDH), en la provincia de Inhambane, situada en el sur de Mozambique.

Según ella, hay otras personas en la misma situación que ella, es decir, sus familias no les prestan atención y no se ocupan de ellos. Hace años que no ve a su familia y los echa muchos de menos. Le gustaría sentarse alrededor de una hoguera y contar historias sobre sus antepasados, así como anécdotas, adivinanzas y compartir experiencias de vida con sus nietos y sobrinos.

Cambiemos nuestra forma de pensar y ayudemos a nuestras abuelas a sacar agua, cortar leña, cocinar y cultivar verduras en su huerto. Seamos un ejemplo como MSJDH, donde acogen y ofrecen libertad y autonomía.

Tienen derecho a no sufrir ningún tipo de discriminación. Deben participar en la comunidad, defender su dignidad y su bienestar.