Los jóvenes que no van a la escuela y la agricultura
Clinton es un joven que dejó la escuela de una de las zonas montañosas de Argao, Cebú. A veces ayuda a su padre con trabajos de carpintería para ganar algo de dinero.
Un día un amigo lo animó a inscribirse en un curso no formal sobre agricultura orgánica en su comunidad. A través de capacitaciones y visitas cruzadas, aprendió las diferentes tecnologías de la siguiente manera:
Compostaje - recolección de todos los residuos animales y residuos biodegradables.
Conservación del suelo y el agua - prevención de la erosión del suelo a través de la agricultura de contorno y canales.
Elaboración de Concentrados - fermentación de frutas y plantas como fertilizantes y alimentos.
Gestión de viveros - establecer y usar plantas de semillero como materiales de plantación.
Establecimiento de cuencas de captación de agua de lluvia - construcción de un depósito de agua para uso agrícola.
Su perseverancia le empujó a terminar el curso de 10 meses cruzando las escarpadas cordilleras para llegar al centro escolar.
Tres meses después de haber comenzado su granja, llegó la sequía y perdió todos sus cultivos. En lugar de perder la esperanza, comenzó de nuevo utilizando las habilidades que aprendió haciendo carpintería y utilizó su salario para comprar materiales de siembra.
A la edad de 23 años, Clinton tenía su propia granja orgánica modelo integrada y había sido incluido en programas gubernamentales de agricultura. Fue capaz de cuidarse a sí mismo e incluso a sus hermanos enviándolos a la escuela, compró sus propios aparatos, una motocicleta y arregló su casa.
Tiene mentores que controlan y evalúan continuamente su trabajo para asegurarse de que su granja es sostenible y se mantiene actualizada.
Sus incansables esfuerzos dieron sus frutos y la experiencia lo hizo mejor persona. Además, ha animado a los jóvenes que no asisten a la escuela a probar la agricultura porque cambia vidas.
“Traducción hecha por Daniel Gil, estudiante de traducción de la Vrije Universiteit Brussel”
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