Fuimos a Ruanda durante el Carnaval, éramos 16 estudiantes del Colegio San Quintín. Tres profesores y dos chaperones nos acompañaron en el viaje.

Cuando partimos hacia Ruanda, pensamos que llevábamos algo para sus habitantes, pero nos sorprendimos, ¡fueron ellos quienes nos dieron mucho! Este viaje nos permitió “abrir los ojos”.

Gracias a mucha gente, encuentros y descubrimientos, nos dimos cuenta de varias cosas. Este viaje ayudó a algunos a salir y conocer a otros, también ayudó a algunos de nosotros a ser menos egoístas y a enfocarnos menos en los problemas personales. Estamos más interesados en permanecer unidos y poner a los otros por delante.

Otros llegaron a conocerse mejor a sí mismos. Se dieron cuenta de que podían comunicarse con gente que no hablaba francés, y terminaron por abrirse a personas que nos llevaron a pensar de una forma nueva.

La gente de Ruanda nos inspiró y nos impresionó. Nos dieron la bienvenida de manera espontánea y nos invitaron a tomar parte en actividades. Un día habíamos visitado un museo en Ruanda cuando una boda estaba por celebrarse en el jardín. Un hombre se acercó a nosotros y nos invitó a unirnos al grupo. Todos asistimos a la ceremonia y la persona que nos invitó nunca dejó de servirnos y de preguntarnos qué nos gustaría después.

Antes de viajar a Ruanda teníamos expectativas sobre el viaje, pero la gente allí hizo mucho más que satisfacer estas expectativas, las sobrepasaron. Angélique nos confesó que el viaje la hizo sentir incluso más orgullosa de ser de Ruanda.

“Traducción hecha por Daniel Gil, estudiante de traducción de la Vrije Universiteit Brussel”