Edgardo Oque es un agricultor de 45 años con 7 hijos. Hace quince años se dedicaba a la agricultura utilizando abono químico bueno para el consumo doméstico. La familia tenía pocos ingresos debido al alto coste de la agricultura. Por ello, su mujer trabajaba en el extranjero para contribuir a las crecientes necesidades de la familia. Trabajar fuera no es fácil y los gastos de la familia aumentaron cuando los hijos empezaron la universidad.

Así que la pareja decidió poner en marcha una explotación comercial de hortalizas de cultivo ecológico con sus propios abonos orgánicos. Ahora tienen una parcela de 2.500 metros cuadrados, lo que ha aumentado considerablemente sus ingresos. La familia se ayuda mutuamente desde la producción hasta la venta. Ahora pueden permitirse comprar pan, algo que antes no era posible. Pueden cubrir sus necesidades básicas y pagar cosas como la matrícula escolar y también tienen capital para las granjas (producción de verduras y cerdos).

Con los ingresos de su granja de cerdos orgánicos han podido pagar sus cuotas escolares. Su granja ha inspirado incluso a visitantes de otros países. Ha animado a otros agricultores a mantener sus huertos y les ha enseñado que es la familia la que hace el oficio. También han contratado a trabajadores para que trabajen en la granja. Sus vecinos también han podido disfrutar del precio más bajo de las verduras, la ausencia de costes de transporte y la seguridad.

La pareja es miembro de la cooperativa que imparte formación sobre conservación y protección del medio ambiente. A partir de esta premisa, la familia se inició en la tecnología de la agricultura orgánica y descubrió que esta empresa sustenta las necesidades de la familia. Al final, la familia se dio cuenta de que la agricultura ecológica puede ser un buen negocio.